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Barabara Rose Johnston
Traducido para Rebelión por Carlos Valladares
Soy antropóloga. Algunas veces es duro decirlo en voz alta. Así fue el pasado enero cuando fui al estreno en Sundance del documental del director brasileño Jose Padilha Los secretos de la tribu. Estuve en el estreno y contesté a algunas preguntas del público asistente.
Como se dice de este documental en el programa del festival de cine de Sundance “el campo de la antropología es estudiado con lupa en esta incisiva investigación sobre los primeros trabajos de campo hechos sobre los indios Yanomami. En los años 60 y 70 del siglo pasado un flujo sostenido de antropólogos fue al valle del Amazonas para observar esta sociedad “virgen” sin contacto alguno con la vida moderna. Treinta años después los eventos que rodean esta infiltración se han convertido en una historia escandalosa de ética y rivalidades académicas. Los orígenes de la guerra y la violencia, y la validez del proceso de recogida de datos se debaten acaloradamente entre los miembros del clan académico. Rápidamente estas discusiones toman un cariz agrio propio del Corazón en las Tinieblas y descendienden hasta sórdidas acusaciones sobre supuestos abusos sexuales y médicos. El director José Padilha usa con brillantez dos estimulantes estrategias para plantear preguntas perturbadoras sobre los límites de los encuentros entre culturas. Por una parte deja que los profesores acusados de estas horrendas actividades se defiendan, y por otra que los Yanomami expongan su lado de la historia. A la vez que esta excitante indagación deconstruye el legado colonial de la antropología, pone en cuestión los mitos de nuestra sociedad sobre la objetividad y sobre la mera noción del “otro”.
Para ser sincera, tenía pavor a este viaje a Sundance para ver la película, pero a la vez me sentía obligada también a ir. Como una de los tantos antropólogos entrevistados por Padilha para esta película, quería saber cómo iba a editar los cientos de horas de entrevistas para entretejer una narración coherente. ¿Qué historia contaría esta narración? ¿Qué entrevistas cortaría, y, más importante, qué perspectivas sonarían ciertas? ¿Qué nociones de bien y mal serían puestas en juego? ¿Cómo un examen crítico de acciones y eventos de hace tantas décadas tendrá resonancia en el publico de hoy? ¿Qué dirá esta película de la antropología y del trabajo que los antropólogos hacen? Y, a nivel personal, me preocupaba que mi entrevista, que trataba del asunto de por qué la Comisión dela Energía Atómica financió alguna de las investigaciones entre los Yanomami, sobreviviera al proceso de edición. ¿Estaba preparada para verme en la pantalla? ¿Habría en el documental el suficiente contexto para explicar mis comentarios?
Ninguno de los entrevistados para esta película tenía una idea de lo que de hecho iba ir a la versión final (Padilha la terminó de editar en Brasil justo el día anterior al estreno). Pero todos nosotros conocíamos de primera mano que José Padilha es un entrevistador superdotado. Resultaba obvio de su conversación y sus preguntas que había hecho una investigación a fondo de la historia, de las personas envueltas, y de los asuntos clave. Y tenía una manera de presentar las cuestiones que te hacía pensar “entiende mi punto de vista” “está de nuestra parte”... Así que nos relajamos, nos inhibimos, y inevitablemente dijimos cosas que nunca habríamos puesto por escrito.
En aquellas entrevistas José Padilha colocó a los antropólogos en una posición extraña. Nosotros eramos los objetos de estudio. Me acuerdo de haber pensado, cuando cerré la puerta después de una entrevista de 90 minutos, que quizás me había relajado demasiado. Me acuerdo de haber pensado que todos los entrevistados para esta película íbamos, en un momento o en otro, a ser cogidos en situaciones realmente embarazosas.
Tenía razón.