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Por Julio Feo
Ha fallecido a los 83 años de edad el cineasta y artista peruano Luis Figueroa. Nacido en Cuzco, conocido documentalista tiene más de treinta películas en su haber y algunas brillantes incursiones en la ficción, que le valieron un reconocimiento internacional, en la década de los sesenta. Su padre era el pintor y fotógrafo peruano Juan Manuel Figueroa Aznar.
Catalogado por la prensa como cineasta “indigenista”, Lucho Figueroa prefería la denominación de cuzqueño o más bien de cineasta andino, pues toda su vida la dedicó con pasión a la reivindicación y divulgación de la cultura andina en general y de los indios quechuas del Perú en particular.
Tuve el honor de conocerlo y de entrevistarlo ampliamente en 2005 en París, con motivo del homenaje que le rindió el festival de cine peruano en París, en el momento en que acababa de ser restaurada su película “Kukuli”, 45 años después de su estreno en 1960. Fue esa la primera película en color del cine peruano. Entrañable en su relación humana, pero rebelde hasta el final frente a la injusticia y la discriminación, era Figueroa un creador artístico sin par.
“Kukuli significa paloma en quechua y como el ave fénix ha renacido de sus cenizas” afirmaba entonces Luis Figueroa muy orgulloso del retorno a la actualidad en pleno siglo XXI, de esa obra emblemática de la escuela de Cuzco, movimiento creado en 1955, que había bautizado con declarada admiración el reputado historiador francés Georges Sadoul.
También en la ficción destaquemos en 1976 su película “Los perros hambrientos” basada en la célebre novela de Ciro Alegría. En el 82 realizó “Yawar fiesta”, una de sus obras mas conocidas, basada en la novela de José Maria Arguedas y premiada en el festival de Biarritz. Ficciones todas en las que Figueroa reivindicaba una forma de realismo mágico o de realismo mítico.
De la fiesta del sol, y su homenaje a los niños de Cuzco, con su canción “Los niños del sol”, a “El reino de los Mochicas” y sus representaciones del erotismo mágico ritual, de “Machu Picchu, luz de piedra”, a su largometraje documental “Chiaraje, batalla ritual”, su prolífica obra documental recorre los ritos y tradiciones de la cultura indígena peruana con brillantes imágenes.
Luis Figueroa se interesó siempre por un cine documental etnográfico y antropológico, y había creado su escuela en Cusco. “Mis estrellas son los campesinos quechuas del Perú” solía decir para explicar porque prefería el documental y los personajes reales, a los actores profesionales y la ficción.
Como lo ha declarado la actriz peruana Delfina Paredes, amiga de Figueroa, Lucho, “preparaba nuevos proyectos, y no había cesado un instante de concebir y de crear”. La muerte se lo ha llevado quebrando sus proyectos y su inquebrantable pasión por la cultura andina, que expresó a través del cine, la fotografía y la pintura.