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Cine dentro del cine con espíritu social y reivindicación histórica, “También la lluvia” sigue a un equipo cinematográfico que rueda en Bolivia un ambicioso film sobre la conquista española, mientras el pueblo boliviano se moviliza para impedir la privatización del agua.
Aduviri da vida a Daniel, líder en la lucha por la guerra del agua que –como en la vida real- termina inesperadamente participando en una película, en la cual le toca jugar el papel de Hetuey, líder indígena que inicia una revuelta contra la opresión hispana. Esta interpretación le valió una nominación al Goya de mejor actor revelación, pero aún así –con una incipiente carrera en ascenso-, su verdadero anhelo es dirigir cine.
“También la lluvia” es una película que propone una mirada a una realidad boliviana desde una visión europea, ¿qué tan acertada te parece?
La película está basada en hechos reales que sucedieron en el año 2000. Y la película se rodó en los lugares donde sucedió, y muchos de los actores que aparecen como extras son verdaderos veteranos de esta guerra del agua. La primera proyección de la película fue en uno de estos barrios muy humildes donde fue la lucha, y la gente salía muy emocionada. Y una mujer muy humilde dijo algo que me emocionó: “Yo no creo que esto sea una película de ficción, es un documental porque lo que se ve es exactamente lo que pasó”. Con eso quedó claro que la película se acerca mucho a la realidad. Icíar y Paul hicieron varias visitas a Bolivia para investigar, estaban muy bien documentados y fueron muy respetuosos con lo que sucedió en Bolivia y la historia. En general el pueblo boliviano está muy contento con esta película.
Has comentado que no sos actor y tampoco te gusta la interpretación. ¿Cómo te convencen para que asumas un rol tan importante en la película?
Había un cheque que necesitaba recibir (risas). No me interesaba actuar, estaba muy nervioso porque era un papel muy grande, un coprotagónico en una película que yo sabía que tenía un presupuesto muy grande. Estudié en la Escuela de Cine El Alto, en la que fui director en estos últimos años, y me especialicé en dirección. Y el director es un tipo que siempre tiene unos buenos egos por ahí encima, y no me parecía que alguien se ponga a dirigirme. Pero Icíar Bollaín me convenció a partir de que me hizo una lectura y me lo contó en imágenes. Me describió cómo quería plantear ciertas secuencias importantes de la película. Me explicó el mensaje que querían transmitir y me emocioné mucho. Me llegó a mi duro y pequeño corazoncito. Y acepté. Como yo ya había terminado la escuela de cine, la verdad me hubiera gustado trabajar de otra cosa, ser asistente en sonido o iluminación, pero había que hacer esta película. Era una buena oportunidad y si tenía que hacerlo actuando lo iba a hacer.
¿Cómo te parece que esta película, una gran producción que habla y se desarrolla en Bolivia en la que trabaja equipo boliviano, impacta en lo que es la producción boliviana?
Es un impacto muy fuerte y muy importante. Llegaron con técnicas de producción que no se habían visto antes en Bolivia. “También la lluvia” manejó como 5.000 extras, y entonces nos enseñaron a manejar y producir la situación, mover a la gente, alimentarlos…Fue muy importante. Vimos equipos, por lo menos en mi caso, de un nivel impresionante, camiones llenos de luces y equipo técnico para las cámaras. Aprendimos todos un montón. Películas de este tipo, con carácter épico, no habíamos tenido. Entonces nos enseñó cómo administrar el dinero o cómo manejar a la gente, y también mucho en la parte técnica y artística. En arte estamos muy caídos de capa en Bolivia, entonces el director de arte de la película, Juan Pablo Rodríguez, dejó una escuela muy importante. Muchos de los chicos que trabajaron con él ahora están haciendo muy bonito arte en producciones bolivianas.
Comentaste sobre tu formación como director, ¿qué tipo de historias son las que te interesan desarrollar?
Yo considero que hay hacer películas que aporten a la sociedad humana, que llamen a la reflexión. No estoy en contra de las películas de corte comercial, incluso yo estoy pensando en hacer una película de corte comercial porque hay que comer. Pero hasta esa película puede tener un mensaje. Entonces sí quiero hacer películas que llamen fuertemente a la reflexión y otras que entretengan porque siempre hay un mensaje.
¿Te genera algún tipo de conflicto este contrapunto entre lo que deseas hacer y lo que tenés que hacer para sobrevivir?
Sí pero tengo muy buenos referentes. Uno de los directores que yo admiro es Michael Mann. Por ejemplo, “El último de los mohicanos” es una película muy entretenida, tiene mucha acción pero llega hasta a grados poéticos en algunas secuencias; “Alí” es lo que mejor que hizo Will Smith en actuación y tiene un mensaje muy claro de la lucha por la reivindicación de las minorías. Entonces me parece importante hacer eso, películas que puedan dar una buena taquilla pero que también tengan mensaje.
¿Cuáles son en concreto los proyectos que tenés como director?
La primera película tiene el título provisional de “Mientras espero que sea el último”. En la ciudad donde vivo, El Alto, tenemos un problema de delincuencia que va en incremento dramáticamente. La historia parte un poco sobre eso. Trata sobre una mujer violada que tuvo un hijo, al que le trataba muy mal por su trauma. Él crece traumado, es muy antisocial y al ir al colegio es repudiado por la sociedad estudiantil. Cuando es más grande y termina el colegio, absorbe más problemas psicológicos, no consigue trabajo y la sociedad lo discrimina más. Termina siendo un sujeto que va cometiendo crímenes a partir de esos problemas. La idea es mostrar que nadie nace malo, sino que son las circunstancias, a veces de una sociedad opresora la que termina generando a quienes producen problemas. Estoy considerando si actúo o no. La historia quiero que no sea muy lastimera, muy traumática, quiero cositas que sean emocionantes y tratarlo de la forma más respetuosa. Y tengo una película sobre zombis que es un poco más entretenida. Uno de mis alumnos contó una historia de zombis y entonces basándome en lo que dijo empecé a armar un guión, y quedó muy interesante. Es un proyecto que está llamando mucho la atención. Vamos a luchar para que esta película esté bien realizada y sea entretenida de ver. Esta película tiene el título provisional “Que se pongan de pie los que no pueden descansar”. Es una frase que leí justamente en el lugar que será la locación. Sería la primera incursión en el subgénero de zombis en Bolivia.
¿Te parece que existe una nueva generación que se está animando a innovar y posibilitar proyectos más arriesgados?
El digital nos está dando la posibilidad de incursionar en hacer más películas, muchos jóvenes se están arriesgando a hacer varias cosas. Pero hay un montón de personas que no tiene el rigor, el conocimiento claro de qué es hacer una película, entonces también salen ciertas barrabasadas. Creo que hay que trabajar más. Son importantes las escuelas de cine, ya hay varias, como en la que yo estuve trabajando y en la que fui director hasta el año pasado, a la cual renuncié porque se va a manejar políticamente y no me interesa trabajar así.
¿Qué quiere decir que se va a manejar políticamente?
La ciudad de El Alto es un lugar muy político. Todo se maneja de forma política. Se hacen movilizaciones a favor de un partido político, a favor de otro partido político. Se divide cada grupo, organización o asociación de gente, y se mueven políticamente. La escuela de arte estuvo exenta de eso por muchos años, los jóvenes eran libres de pensar lo que querían y hacer el arte que querían. Con esta nueva política tienen que ir a manifestaciones, reuniones, hacer documentales para un partido…Entonces no me interesa eso. El artista debe ser libre en sus sueños, así va a hacer un arte valioso.
¿Qué opinas de las iniciativas que están surgiendo para fomentar la producción nacional, como por ejemplo el Bolivia Lab?
Es muy importante lo que está haciendo Viviana Saavedra y los que le colaboran. Es valioso. Se está tratando de financiar películas a partir del Bolivia Lab, pero no es solamente eso, sino que se hacen talleres de especialización. Pero es una iniciativa particular. Debería venir el interés verdadero del gobierno. No hay una política de estado para fomentar el cine. Tenemos una organización como el Conacine, que es el ente supremo que tiene que velar por el pro del cine boliviano, y no solo del cine como hecho, sino como producción, como generador y está en sus obligaciones generar escuelas de cine. Cuando yo era director de la escuela de cine me acerqué varias veces allí, y quedaron en que íbamos a hacer cosas pero se quedó ahí. Hay muchas cosas que ya ni consideramos porque es en vano ir a preguntar o pedir algo. Hacíamos muy independientemente las cosas. En Bolivia no hay apoyo si no es por iniciativas particulares. En Bolivia estamos dando un paso adelante, y tres atrás.