viernes, 18 de noviembre de 2011
Darío Arcella: “Se habla de un documental sobre los pueblos indígenas, pero yo lo hice con los pueblos indígenas”
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El director Darío Arcella se sirve de los más variados recursos, desde animaciones hasta imágenes documentales, para darle voz a los pueblos originarios que desde hace siglos son silenciados. Sin embargo, Crónicas de la gran serpiente (2010), plantea que lejos de ser un problema exclusivo del pasado, los indígenas aún hoy siguen exigiendo su reconocimiento pleno.
¿Cómo fue el proceso de filmación, que fue entre 1994 y 2006, y abarcó desde México hasta Tierra del fuego?
Desde 1994 hasta el 2002 me encontraba haciendo una miniserie para televisión, que se llamó Culturas en contacto. Ir acumulando este material me fue dando la idea de esta película, no es que lo recaudé especialmente. Desde el 2002 sí hice el rodaje concreto para la película. Si bien en un principio el rodaje se hizo con otra intención, fue apareciendo esto de querer contar el mundo filosófico de estos pueblos. La idea de la serie era hablar de un determinado tema en cada etnia, que era común a todas, pero se acentuaba en sólo lugar. Fuimos a charlar con la gente y nos encontramos testimonios con una sabiduría ancestral profundísima. Fui muy revelador cuando miramos el materia acá. Fue un recorrido por un amplio territorio, hasta ese entonces ya habíamos hecho México, Perú, Bolivia, Paraguay. A mí me apareció presente en cuerpo que la misma filosofía recorre todo el continente, si bien cambia la metáfora, será la pacha mama, será cai-cai, la simbolización práctica de la cuestión. Pero la filosofía es exactamente la misma, que es la relación llana con la naturaleza, el hombre como parte de, nunca hombre y naturaleza. Ese es el gran discurso que trajeron los españoles aquí. Entonces al aparecer todo eso, comenzó a surgir la idea de hacer esta película, que contara el pensamiento filosófico y la espiritualidad de estos pueblos originarios de América, como un bloque enfrentado al discurso del otro bloque judío cristiano. En el 2002 escribí la película, con material que ya tenía, mas proyectando todo lo que necesitaría para completar la película, que fue casi la mitad del rodaje, de 2002 a 2006. Completamos con otro viaje a Bolivia, Chile, el norte argentino, Paraguay, ya ahí yendo a buscar determinadas cosas, ya pensando en estructura de esta película. Y apareció el apoyo del Instituto Nacional de Cinematografía, que eso nos permitió hacer todo el resto del trabajo. La película se termino de editar en el 2008, y la tengo pre estrenando, aguantándola hasta ahora.
¿Cómo definirías el género? Ya que combina escenas documentales, testimonios, animaciones, dramatizaciones.
Personalmente, a mi me gusta hablar de cine. Cuando se habla de cine documental y de ficción, lo que hay es una construcción cinematográfica de un discurso, un relato. En realidad, documental es partir de un documento y después se construye un discurso cinematográfico sobre el documento. Si tuviera que decir algo, es una ficción, pero el material es documental de base, son las voces de los ancianos hablando. Ahí no hay ninguna manipulación de nada. No creo mucho en los géneros. A parte es una combinación de recursos. ¿Cómo puedo contar el mito del principio de la película, cuando se narra el comienzo desde Tierra del Fuego, la cosmogénesis? Con una animación, fue lo único que se me ocurrió. El documentalista tiene la misma cantidad de recursos que cualquier creador cinematográfico. Puede disponer de animación, de reacciones de cartas leídas por españoles, o recursos que sean necesarios.
¿Los indígenas que dieron los testimonios que se ven en la película, accedieron fácilmente a hacerlo o estaban reacios y desconfiados de hablar con vos?
América, se dice que viene por Américo Vespucio, sin embargo hay investigaciones muy serias que desmienten por completo esto, porque el nombre de Américo era Albericus. Amerik es una voz taína de Cuba, significa bienvenido. No es que en todos los lugares hayan sido bienvenidos los españoles, pero la primera reacción fue la de bienvenida, no fue la de tirarles flechazos. Ese concepto surgió después, cuando los invasores comenzaron a invadir, y no a estar. Sobre todo los mapuches son los más desconfiados, se puede decir reservados, más que desconfiados. Por que los han cagado tanto, que realmente están podridos. Tuvimos que vencer muchas resistencias en ese sentido. Siempre que fuimos a una comunidad, hubo una consulta a todo el pueblo. Nosotros entrábamos ya sea por un contacto con un antropólogo, con alguien que trabaja en la comunidad desde una ONG, o con un integrante directo de la comunidad. Pero siempre había una llamada, se juntaba toda la comunidad, y hay un caso que hasta los niños iban a la consulta, y participaban de dar su opinión de si querían que firmáramos o no. En ese momento vos te tenes que desnudar, demostrarte tal cual sos y exponerte por completo, que te acepten o no, ahí no hay ningún tipo de chamuyo, vas y te presentas como vos. Es una sensación muy intensa, uno actúa muy libre. Y siempre tuvimos discusiones inclusive por el tema económico, porque la fantasía es que vamos a filmar, vendérselo a los alemanes, y llenarnos de plata con sus costumbres, que ellos estuvieron. Hoy (día del estreno) Clarín me publicó una nota que no me favorece mucho. Acepto plenamente la opinión de Lerer (Diego), pero hay algo ideológico. Él habla de un documental sobre los pueblos indígenas, y yo lo hice con los pueblos indígenas. Es cuestión de una palabrita, pero es muy importante. El concepto que tienen los pueblos indígenas es que vienen a hacer las cosas sobre ellos. Hay que vencer eso, y trabajar con. Personalmente creo que eso es algo que tiene la película, y de alguna manera lo demuestran los dos premios que recibimos en el Festival de cine indígena, con todos indígenas de jurado, tanto en Chile como en Neuquén. La repuesta que yo recibo de las comunidades, es que realmente se sienten representados por lo que pasa. No es que me convierta en voz de nadie, trabajamos en función de recrear ese discurso cinematográficamente. Es nuestro aporte a esta cuestión.
La película plantea que este silenciamiento a los pueblos comenzó hace muchos siglos, pero aún hoy sigue vigente, por lo que ellos siguen reclamando que se los reconozcan. ¿Ese fue el mensaje que quisiste dejar, que este es un problema actual, y no del pasado?
Sin la menor duda. Los paradigmas que fundaron el discurso europeo no cambiaron con respecto al trato del indígena. No se lo ve de ningún modo que no sea un ser a evangelizar. Han cambiado muchas cosas. Pero la educación bilingüe es nominal. El maestro traduce los contenidos que le llegan del ministerio, pero no se respetan la historia y el saber ancestral de cada pueblo. Esta muy bien que aprendan que Colón vino acá, y sobre Sarmiento y la ley de educación, pero ellos tienen que ver las cosas desde su punto de vista, y eso es lo que no se respeta en absoluto. Ese es el reclamo profundo. Pero que se reconozca es una palabra muy pretenciosa, porque parece que hay alguien que tiene que reconocer a otro, y de alguna manera cada uno es. Evidentemente hay una cultura dominante, un poder dominante. Pero si se reconociera que estos pueblos tienen su propio medio de vida, sus propias costumbres, tenemos que devolverle media argentina. Por una cuestión de que no hay cultura sin territorio, pensá en los palestinos por ejemplo. Ellos quieren reconocimiento y territorio, y eso significa hacer respetar el derecho propio. Acá el gran enfrentamiento fue entre el derecho romano con el derecho consuetudinario, el derecho indígena, el ser por estar; si hace quince mil años que estoy acá, cómo me vas a decir que no soy de acá. En cambio el derecho romano es que si yo compre estas tierras, esto es mío. El reconocimiento concretamente no se da. Hay una frase de Gerónima Sande, una mapuche, que dice “Yo no quiero que me den una mano, quiero que me saques la mano de encima”.
¿Te costó encontrar un lugar donde proyectar el film?
El INCAA nos dio la sala Artecinema, que es una sala hermosa. Pero viste como es la gente, está a 16 cuadras del centro y no va nadie. Nos dieron bastante salas, el espacio INCAA de La Plata, el Graciela Borges de Burzaco, Guido Miranda de Chaco, y después va a salir por Zapala, en el teatro La máscara, en Villa María y en Oberá. Esta bueno, son unos cuantos lugares. Ahora Néstor Granda nos hizo una gestión y aparentemente estaría en todos los cines móviles del país, que es lo más que me puede pasar. Porque los cines móviles van a las comunidades justamente, buena parte a la cual está dedicada y dirigida esta película. Conseguir salas de otro tipo, comerciales, ni intenté, es gastar pólvora en chimango. A mí me satisface esto, puede ser poquito pero le vamos a poner toda la polenta posible como para que se mueva la gente.
En este momento estas en la postproducción de un nuevo largometraje, El Mito del Cazador. ¿De qué se trata?
Todavía el título no está muy firme. Ahora se está llamando Nuestro mundo, probablemente sea ese. Crónicas de la gran serpiente es parte de una trilogía, esa es la primera, el plano general de la situación. Como dice mi amigo Lerer, que pide que me focalice en un tema, justamente esta película que estoy haciendo me estoy focalizando en el Chaco paraguayo, en un caso que tiene que ver con 31 indígenas desaparecidos, a manos de la policía forestal brasileña, en los años 1996 y 2001. Y eso responde a un proceso de criminalización del modo de vida de este pueblo. Ellos toda la vida fueron a cazar y pescar del otro lado, pero resulta que se prohibió. Es decir, el derecho romano irrumpió con toda la violencia. Y para que se cumplan con las normas, no tuvieron mejor idea que enfrentarse a tiros con los cazadores. También está todo lo que tiene que ver con las políticas de conservación en los países del norte, afectando estas culturas que tuvieron 15 mil años en ese lugar. Y la tercera parte de la trilogía, las tres cuentan con el apoyo del instituto, se llama La ceremonia. La ruedo a partir de marzo. Lo que se cuenta es un rito de iniciación de los niños en el pasaje a adultos, a hombres. Es una ceremonia que dura tres meses de largo. Se juntan, cantan, es muy impresionante. Es en Paraguay, en la misma comunidad que están los 31 desaparecidos, el norte de chaco paraguayo. Va a ser sencillamente poner la cámara y contar la ceremonia. Sin ningún tipo de voz en off, otro recurso narrativo.