viernes, 5 de agosto de 2011

Iván Sanjinés y el culto a la comunicación audiovisual indígena
















“Un indígena puede tener mucha influencia del mismo cine comercial, de la televisión, de las telenovelas. Digo esto porque hay una idea de que lo indígena tiene que ser de una forma, a veces como muy poética o melancólica, o alegre también”, disparó el cineasta boliviano Iván Sanjinés. Hace dos décadas participó de la fundación del Centro de Formación y Realización Cinematográfica (CEFREC), un espacio abierto para desarrollar proyectos de capacitación audiovisual en sectores populares. Desde allí se sumó al Plan Nacional Indígena de Comunicación Audiovisual de Bolivia y a la Coordinadora Latinoamericana de Cine y Comunicación de Pueblos Indígenas (CLACPI) - responsable del Festival Internacional de Cine y Video de Pueblos Indígenas. En su reciente paso por Buenos Aires habló con Indymedia sobre su experiencia y visión de la comunicación indígena.

-¿Cómo es el trabajo que realizan desde el CEFREC?

El CEFREC surge porque no había posibilidades de que diferentes sectores pudiesen utilizar la comunicación para sus propios intereses, sólo había algunos experimentos de tipo antropológicos. CEFREC se crea para ir fortaleciendo las capacidades de comunicación desde las propias organizaciones.

Desarrollamos desde el CEFREC una serie de acciones no solamente en Bolivia, hacemos réplica del proceso nuestro y hemos desarrollado una metodología de capacitación. Somos parte también de la CLACPI, que es una plataforma interesante de poder relacionarse con otras experiencias de nivel internacional, porque es una especie de ayllu, una forma recíproca de trabajo en la que nosotros apoyamos, nos apoyan. Esa forma de construcción colectiva nos permite hermanarnos, hacerlo también con no tantos recursos, y sobre todo enriquecer la experiencia de la metodología y la práctica. Hemos estado en Paraguay hace muy poco, estamos en un proceso de tres años con organizaciones indígenas en Perú, hemos estado en Brasil, y estamos organizando el IX Festival Internacional de Cine y Video de Pueblos Indígenas, del 10 al 20 de septiembre, en Bolivia.

-¿Qué lugar ocupa el cine indígena en el actual proceso político boliviano?

Yo hablaría de la comunicación indígena, porque en Bolivia lo que se hace no es tanto capacitar cineastas o crear cineastas sino comunicadores que están al servicio de su comunidad o de su organización en el momento que se los necesita, que puedan utilizar herramientas tecnológicas y tener una formación amplia que pueda servirle para hacer radio o cualquier otro tipo de comunicación. En Bolivia existe mucha tradición de radio y hay muchos lugares donde no llega la televisión y el audiovisual, el cine menos.

El Plan ha sido un aliado muy importante de las organizaciones indígenas, primero para unirse, para conocerse, para intercambiar criterios, para hacer un conocimiento entre las culturas de las regiones. Cuando empezó no había casi un conocimiento de unos y otros y fue muy interesante cómo con la comunicación empezaron a juntarse organizaciones que estaban muy lejanas por temas geográficos, por intereses creados. El Plan ha estado desarrollando ese papel importante primero de crear capacidades internas, después de reflejarlas, después de debatirlas, después de hacer muchísimo trabajo en ciudades, en comunidades. Se han hecho más de 300 producciones, se está creando una red de radios indígenas. Hay una serie de cosas que están pasando en comunicación muy fuertes. Este Plan ha sido importante para ir acompañando ese proceso que el día de hoy tiene también que ver con que Evo Morales está en la presidencia.

-También hacen televisión.

Al día de hoy se tiene el Canal 11, que es un laboratorio de televisión indígena. La producción de televisión tiene mucha importancia, con la Asamblea Constituyente se desarrollaron programas en vivo. Los únicos programas en vivo que se hacían en horario estelar en la televisión boliviana, junto con programas de radio, junto con micronoticieros. Un trabajo fuerte en comunicación que ayudó a posicionar la propuesta de las organizaciones indígenas de la nueva Constitución Política del Estado. Eso ha posibilitado también llegar a producir todo tipo de género, formato. Acaba de hacerse un largometraje, El Grito de la Selva, una película hecha en la Amazonía por equipos indígenas, actuada por las mismas comunidades. Hablan de la marcha del ’90 de los pueblos indígenas, hablan de los grandes poderes que están en la Media Luna -Santa Cruz, Beni- y cómo hasta el día de hoy siguen siendo dueños y señores.

-El cine indígena es eminentemente de denuncia o se ha despegado de ese plafón.

Creo que tiene que ver con lo que viven los pueblos indígenas, mucho de lo que viven es una situación de emergencia. Hay mucha producción que se ha hecho sobre temática urgente, lo más que yo he visto siempre tiene que ver con tierra-territorio. Si uno mira el cine indígena canadiense va a encontrarse con otro tipo de temáticas que tienen que ver con la degradación las reservas, donde hay una situación muy difícil también. Generalmente siempre tiene relación con eso, pero no significa que los indígenas no están haciendo cosas de otro tipo, hay producciones sobre el amor, hay producciones sobre cualquier historia que les pueda interesar, pero siempre existe un contenido social.

Hay películas de mucha belleza, o sea, no significa que todos son unos ladrillos que tratan de explicarlo todo. Generalmente se confunde con aquello de que lo indígena es documental, temas fuertes que tienen mucha explicación, que hay una voz en off. Eso ha ido cambiando.

-¿Se da una ‘estética indígena’ –sin desconocer las particularidades de cada pueblo?

Yo creo que sí. La diferencia importante en lo indígena es que está lo colectivo como algo muy importante que te da un sentido. Al menos en Bolivia y otras regiones hay una relación muy directa entre el mensaje y lo que tiene que ver con la cultura, con la organización, con las necesidades de esa comunidad. No hay una sola estética, así como no hay una estética del cine en general, existen las estéticas de las diferentes corrientes y lo indígena en lo audiovisual está todavía en un proceso de construcción. Es relativamente poco el tiempo que se tiene en cuanto a los pueblos indígenas haciendo sus propias producciones, hablamos de 20 años más o menos, a no ser Estados Unidos o Canadá.

Un indígena puede tener mucha influencia del mismo cine comercial o de la televisión, de las telenovelas. Digo esto porque hay una idea de que lo indígena tiene que ser de una forma, a veces como muy poética o melancólica, o alegre también. Hay una estética, se la está viendo en diferentes expresiones y tiene que ver sí con un ritmo, posiblemente que mucha gente habla de ‘ritmo indígena’. Si uno habla del ritmo indígena y lo comparas con el ritmo alemán del cine, dices: “Bueno, estos son medio indígenas”. O sea, es relativo, la estética tiene que ver con el ritmo, con el respeto, con la forma con que se hacen las cosas, con el reflejo de lo importante para la cultura, para las comunidades.

La comunicación siempre ha existido, hay formas tradicionales de transmisión de la memoria, del conocimiento, y también se va cuidando esa forma: lo icónico, la ritualidad. La ritualidad tiene que ver mucho con eso de poner en escena algo y en ese sentido vemos que la expresión audiovisual canaliza directamente con un desarrollo previo, con la oralidad y con otras formas de expresión y del arte indígena que tiene relación también con la cosmovisión, con las luchas y con la realidad que se tiene. Porque no son culturas que están fijas, no, se van desarrollando permanentemente.